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04 febrero 2009

LA DIGNA Y PULCRA PROFESIÓN DEL COPISTA

El Señor Copete me concede el honor de reabrir el Punicheo después de la fase de criogenia examinal, donde todo el equipo de redacción ha exprimido al máximo sus neuronas -las pocas que quedaban- para formarse como buenos periodistas. Hagamos tamaño honor con un artículo dedicado a los copistas.

Copiar libros y otros textos a mano es una profesión milenaria. Más allá del control que la Iglesia ejerció sobre las bibliotecas en la Edad Media, la figura del amanuense se extendió por todo el mundo ganando gran prestigio. Estos artistas ya presentes en el Egipto Antiguo destacaban por su habilidad con las manos, especialmente cuando se veían en la obligación de satisfacer a sus prójimas.

Ahora, en pleno siglo XXI, en la era digital (digitash, que dirían algunos), esta figura ha evolucionado con la tecnología, apoyándose en la cibernética para ampliar la duplicidad de los textos y su distribución. Con el Internés, el emule y un poco de suerte se puede encontrar más de un libro en formato PDF.

Sin embargo, la última evolución del copista o amanuense la encontramos en el mundo de la Universidad, donde más allá de los apuntes, existen simpáticos alumnos que se ofrecen para realizar favores manuales a sus semejantes. No penséis mal, almas cándidas, pues nos referimos a pasar a ordenador trabajos y otros contenidos academicistas. He aquí un ejemplo del copista universitario de nuestro tiempo.


El shavá, un completo amanuense de color, ofrece amplios servicios para alumnos y alumnas de la Facultad de Comunicación de Sevilla. Durante la copia, y según puede leerse, el copista procederá a realizar algunos favores de índole "sexuar". ¡Qué más se puede pedir! ¡Un tío que copia a cambio de aceite! Paissa barato.

(El BECARIO simpatiza con los copistas, que como él son explotados día a día. También apoya el humor negro de Wyoming)