
Menuda la vida del repartidor de publicidad, que siempre tiene que inventarse identidades falsas para que le abran las puertas de los domicilio. Si es que semos unos desconfiaos. ¡No veis que no tienen maldá alguna! ¿De VERÁS crees que PUEDEN TENER MALDÁ?

Eso sí, nunca los pierdas de vista. They are everywhere.