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04 marzo 2009

PONZOÑA MEDIÁTICA VOL.1

Aquí el becario. Esta semana estoy sólo en el Punicheo. El esto de caciques andan por ahí en unas jornadas de nosequé de informática. Donde sólo van los frikis, vamos. Yo como soy un tipo sexy y cosmopolita, paso de esas cosas. Bueno, ahora sin bromas: me han dejado a cargo del Punicheo obligado, a punta de pistola, con Lord Coposwky asegurando que me expulsará de su Santa Casa si algo malo sucede en su ausencia.

Así que nada, sólo aquí, voy a escribir la primera entrega de la serie PONZOÑA MEDIÁTICA, el Volúmen 1 de un experimento que durará si vosotros queréis. ¿Qué vamos a ver aquí? Pues cómo los periodistas o los becarios MANSHAN sus medios de comunicación con productos para el pueblo. No es exactamente eso. Más bien es cómo sufren los jodidos para conseguir la pieza sobre la que luego presumirá su jefe y cuyos ingresos económicos se apostará el director del medio al póker -no quiero señalar, ejem-.


Caso 1: El periodista secuestrado. Puede pasarte que estés entrevistando en la calle a un señor sobre la crisis o cualquier otro tema de actualidad, que un coche se pare a tu lado y que te secuestren. Y luego la empresa no se hace responsable de lo que te pase, porque estás fuera de la redacción. Vean.


Caso 2: El jachondo al otro lado del teléfono. Un mito de la televisión. Dedicado en exclusiva a todas esas niñas monas que estudian periodismo y que se acicalan cada mañana delante del espejo. Por favor, no buscáis guarros no acabéis aqui, que seguro que unas bancas más palante alguno hay en vuestras clases. Nos gusta estar en directo y meternos llamadas. Tomad dos.

Caso 3: Problemas de salud y borracheras varias. También puede darse la situación de que no se pase por el mejor momento profesional o personal, o de que simplemente se haya bebido más cacique de la cuenta. Que los periodistas también beben, hombre.

Caso 4: Buenos días américa. Qué mala suerte tengo. O qué compañero más hijo de puta. Es el caso de estos pobres informadores, que en un alarde de profesionalidad mantienen el tipo en situaciones donde sólo ellos salen perjudicados por el "humor" de algunos compañeros o de los tan consagrados "espontáneos".

Caso 5: Al paro por un ataque de risa. Los periodistas tenemos derecho a reírnos de las miserias ajenas. Es la única forma de reconfortarnos con nuestra situación precaria. El problema es cuando nos reímos en directo, que vamos al paro de cabeza para que otros se rían de nosotros. Es un circulo muy vicioso.

Caso 6: La noticia huevo kinder. Sí, porque nunca sabes lo que te va a tocar. Cada día de trabajo es un complejo un misterio. Tenemos desde el espontáneo desnudo hasta el agresivo que nos quita el micrófono. Sin olvidar ese atropello inesperado.

Como colofón, me gustaría pulsar la opinión de los lectores del Punicheo aprovechando el feedback de la web 2.0. Quiero que comentéis en qué caso de periodista os gustaría reencarnaros dentro de pocos meses cuando acabéis la carrera. Animo a todos los becarios y becarias -especialmente a éstas- a que muestren su opinión.

(EL BECARIO sabe que esta entrada no le va a gusta a Copete porque es muy audiovisual, pero le da absolutamente igual. Mientras no estén ninguno, el BECARIO MANDA)